Quiero correr en momentos en los que lo ideal sería caminar; caminar muy lentamente, dar pasos breves, cuidar bien en dónde piso y no caer, procurar no caer; pero en lugar de tomar todas esas previsiones mi mente me ordena acelerar, empezar a trotar para luego correr, dando tumbos, perdiendo total conciencia del suelo que piso y con el riesgo de salir herida leve o gravemente.
Y lo curioso es que a veces prefiero las raspaduras con tal de estar en el final, con tal de tener ya la certeza de lo que está pasando sin importar las heridas, ni lo precipitado y absurdo de la carrera.
Medito sobre esto porque deseo ser paciente; necesito ser paciente; realmente quiero caminar, realmente deseo ser capaz de esperar a que sea el momento exacto para caminar; realmente no quiero salirme de ese camino no importa cuánto tiempo me tome recorrerlo, y me pregunto, ¿lo lograré?
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