miércoles, 22 de enero de 2020

Crecer.



Hoy, tras llevar dos pequeñas macetas a la clínica, recordé todas las plantas y/o cactus que no sobrevivieron a mis cuidados, que murieron por exceso de agua, o por exceso de olvido. Recordé también que el año pasado adopté a Viruta y Capulina, los primeros dos cactus que consiguieron seguir viviendo a mi lado. Finalmente, recordé esa película de Sandra Bullock que tantas veces he visto (por gusto y acompañando también a los pacientes) en la que el personaje principal entra a un programa de rehabilitación de adicciones; en una de las escenas finales de esta película vemos, spoiler, cómo la sugerencia es: compra una planta, si sobrevive ten una mascota, si sobrevive: estás listo para una relación. 
Curioso es que hace una semana y un día dije: "estoy lista", fue una revelación bastante inesperada, hasta para mí, porque, en apariencia, no había reflexionado al respecto, había reflexionado sobre muchas cosas, pero no sobre eso.
 Ahora bien, ¿para qué estoy lista? Para tener una relación, para enamorarme, para hacer un lado el miedo, o hacer las cosas aun con miedo, aun con todo el miedo del mundo. Y no, eso no significa que las cosas vayan a pasar ya, o pronto, o instantáneamente, sólo significa que después de haberme convertido en la "reina de los fracasos", reales o imaginarios, he aceptado que un fracaso más, y otro, y otro, y otro, no significan absolutamente nada; no me convierten en otra persona; no endurecen mi corazón y ni siquiera me vuelven sombría y triste. 
Nidia aseguró hoy que esas plantas morían porque de seguro les puse demasiada agua. Es cierto, mi dinámica era darle a esas plantas más de lo que necesitaban, o más de lo que pedían; dar y dar y dar sintiendo que esa era la mejor manera de cuidar y de hacer crecer a otro ser vivo; y no hablemos de mis relaciones porque, ahora entiendo, cómo fue que estas se ahogaron muy muy lentamente. ¿Saben que pasa cuando gastamos todos los cuidados y atenciones en el otro aun y cuando este no los pida o necesite? Nos olvidamos de proporcionarnos esos cuidados a nosotros mismos, y quizá por eso estoy ahora lista; porque al fin estoy regándome a tiempo, exponiéndome al sol y recibiendo los nutrientes que necesito para crecer y no desfallecer aun en los días de tormenta. Incluso venir y escribir todo esto, es abonar a mi espíritu que tantas cosas se guardó por años. Me estoy permitiendo ser, y que bonito, ¿no?
Fui a instagram a buscar la foto de Viruta y Capulina y a verificar la fecha en que llegaron: 1° de junio. Más de siete meses conmigo, vivitos y más grandes que cuando llegaron. Son los mismos meses en los que ocurrieron un montón de cosas en mi vida: mi cambio de turno, aprender a manejar, lidiar con mi ansiedad social, quebrarme, volver a terapia, decirle definitivamente adiós a mi ex, los mismos meses de buscar y buscar y no encontrar. Los mismos siete meses que solo podría resumir en una frase: aprender, y crecer.
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