Es cosa de admitir, de cerrar puertas que siempre
han estado abiertas. Es tiempo del estremecimiento, de tocar la pared con la
punta de los dedos y convencerse de que eso siempre ha estado ahí.
Se trata de creer. ¿Se trata de creer? Hay azul en
todos los recuerdos, hay azul en toda esta distancia, en el reflejo de tu
cuerpo al despertar. En la ínsipida-absurda-irrelevante distancia.
Alguien regresa. Alguien golpea los nudillos contra
la ventana. Alguien bordea la vereda y espera. Es cosa de admitir. De mantener
toda puerta, toda ventana, todo cerrojo. Es cosa de estremecimiento, de tardes
de lluvia que no cesa, de recordar el último golpe de llovizna. Reconocer.
Perder la cuenta. Cerrar.
Latir
es a menudo otro verbo. Un paisaje que se diseca a la
distancia. Salir de este letargo,
convertirse eventualmente en una nube.
Salir de este letargo. No abrir las puertas. Se
trata de creer. De no creer. Del azul en la ínsipida-absurda-irrelevante
distancia.
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