sábado, 2 de noviembre de 2019

Viajar de norte a sur.


Es cosa de admitir, de cerrar puertas que siempre han estado abiertas. Es tiempo del estremecimiento, de tocar la pared con la punta de los dedos y convencerse de que eso siempre ha estado ahí.
Se trata de creer. ¿Se trata de creer? Hay azul en todos los recuerdos, hay azul en toda esta distancia, en el reflejo de tu cuerpo al despertar. En la ínsipida-absurda-irrelevante distancia.
Alguien regresa. Alguien golpea los nudillos contra la ventana. Alguien bordea la vereda y espera. Es cosa de admitir. De mantener toda puerta, toda ventana, todo cerrojo. Es cosa de estremecimiento, de tardes de lluvia que no cesa, de recordar el último golpe de llovizna. Reconocer. Perder la cuenta. Cerrar.
Latir es a menudo otro verbo. Un paisaje que se diseca a la distancia. Salir de este letargo, convertirse eventualmente en una nube.
Salir de este letargo. No abrir las puertas. Se trata de creer. De no creer. Del azul en la ínsipida-absurda-irrelevante distancia.

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