sábado, 2 de noviembre de 2019

Derrota.

Trabajo en una clínica de rehabilitación de adicciones en la que además de psicoterapia se aplica el programa de los 12 pasos de Alcohólicos Anónimos; cuatro años ahí me han ayudado a conocer cómo trabaja este programa y cómo se puede aplicar no solo al alcoholismo, si no también a la propia vida. El primero de estos 12 pasos incluye algo conocido como la "derrota", que no es otra cosa que admitir que no se tiene control sobre una sustancia, una persona o un "algo"; este año me ha costado mucho trabajo admitir mi derrota, ante mi ex; ante la vida que me está tocando vivir; ante mis debilidades; antes el rechazo; ante el estancamiento; ante los demás seres humanos; ante la soledad. Tengo pequeños avances y luego retrocedo un poco; pasos cortos y muy, pero muy lentos y momentos de parálisis. Soy muy dura conmigo misma, lo sé yo, y lo sabe mi psicóloga, pero hoy estoy teniendo un momento de compasión y necesito admitir que tengo derecho a no ser un robot; a equivocarme, sí, una vez más; a volver a sentir ansiedad; a volver a ilusionarme y a desilusionarme dos días después; porque después de todo, al fin estoy hablando de cómo me siento, y eso es un avance, ¿no? Creo que lo que trato de decir es que hoy me derroto ante la idea de la perfección; ante la idea de no cometer errores; ante la imperiosa necesidad de ser siempre coherente; me derroto ante mi implacable juez interno; a fin de cuentas ya me ha tocado llorar, ¿qué más da una vez más?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Es marzo otra vez

 Es marzo otra vez. Se acumuló la vida. La ansiedad siguió. El home office terminó por agotarnos. Odiamos a los idiotas del Covid. Sentimos...